Se acerca la Navidad y con ella las ilusiones, los buenos augurios, los regalos y también las celebraciones. Precisamente es en estas celebraciones donde se produce mayor desembolso económico, algo temible en esta época de crisis que vivimos actualmente.
Cuesta escatimar cuando se trata de la ilusión, pero se puede partir desde una base para solucionar el conflicto y cambiar precisamente el derroche de dinero por la imaginación y el buen gusto. Con esta premisa por bandera, podemos seguir unas directrices básicas para preparar una mesa de Nochebuena tan sugerente, atractiva y deliciosa como austera y económica sin que apenas lo notes!
Color e ilusión. Esas son las pautas que vestirán nuestra mesa en esta ocasión. Los buenos alimentos y la mejor preparación no han de estar reñidos con la imaginación y la precaución a la hora de abrir el monedero. En nuestra mesa no ha de faltar de nada, por lo que elaboraremos un menú completo en el que no faltará aperitivo, entrantes, primero, segundo y un postre de sensación. La clave, como argumentamos al principio, es la imaginación, pero también la ilusión que se ponga en su preparación y la adquisición de alimentos atractivos igualmente considerados como baratos.
Una de las premisas básicas es la previsión, es decir, comprar los ingredientes y los alimentos con antelación, pues es precisamente en las fechas navideñas cuando más suben los precios. Hoy en día esto no es problema, pues el congelador es nuestro mejor aliado, mientras que para los productos más frescos podemos optar por acudir a nuestro mercado de confianza siempre con la calculadora como socio principal.
El aperitivo puede estar compuesto una tabla de embutidos recurrentes con quesos de diferentes clases, unos langostinos a la plancha o una pequeña presentación de fritos (empanadillas, delicias de marisco, etc.). En este apartado entra en liza nuestra imaginación, y es que son alimentos que se prestan con facilidad a la innovación culinaria. De este modo, podemos “decorar” alimentos baratos con otros de similar calado para dar una impresión fulgurante en nuestra mesa. No están prohibidos los sucedáneos para decorar, los patés para preparar canapés o la verdura para dar el deseado color a nuestras creaciones.
Después de abrir boca con nuestros entrantes podemos apostar por una etapa de descanso en la que cobren importancia deliciosas recetas de consomés, purés, sopa e incluso un panaché de verduras. El panaché de verduras conlleva un proceso de cocción, fritura y horneado en el que tienen cabida todo tipo de verduras. Entra en juego nuestra imaginación, sobre todo a la hora de dar forma al plato, pero debemos seguir unas pautas en la que no debe faltar un buen salpimentado y los correspondientes condimentos para darle ese sabor especial (orégano, romero, pimienta, etc.). Una buena ensalada abre aún más el apetito, es sana y llena con colorido la mesa de tus invitados. Además, se suele componer de alimentos frescos, económicos y se presta a todo tipo de improvisaciones.
En el segundo es donde queremos dar el do de pecho, la campanada, sorprender a la vista y también al estómago. Es recurrente pensar en carnes y pescados y quizás también en el cordero o el besugo, pero existen alternativas más económicas y también muy típicas como el pollo, el bacalao o el salmón en diferentes versiones para obtener grandes resultados con un presupuesto mucho más reducido. Un pollo relleno o precisamente un salmón a la noruega son recetas sencillas, baratas e infalibles para cualquier tipo de paladar. No debe faltar en ningún caso una sugerente guarnición y una decoración a la altura de la ocasión.
Los postres de Navidad son más que habituales y también muy reconocibles: mazapán, turrón, panettone, yemas y así hasta completar un larguísimo etcétera. Sin embargo, aquí también cabe nuestra improvisación personal en forma de macedonia, sorbete de frutas o pastel de chocolate casero con gusto a tu licor favorito. Ideas para todos los gustos y bolsillos.